.
- ¡Pinocho! ¡Pinocho! ¡Me das verdadera lástima!
- ¿Por qué te doy lástima?
- Porque eres un muñeco, y, lo que es peor aún,
porque tienes cabeza de madera.
Al oír esta palabras saltó del suelo Pinocho muy enfurecido, y cogiendo un mazo de madera que había sobre el banco, se lo tiró al grillo-parlante.
Quizás no creía que iba a darle; pero, por desgracia, le dio en la cabeza, y el pobre grillo apenas si pudo decir cri, cri quedó aplastado en la pared.
.
.
- ¡Buen caracol!- Gritó pinocho desde la calle-
Hace dos horas que estoy esperando,
y dos horas con esta noche tan mala parecen dos años.
¡Date prisa, por caridad!
- ¡Hijo mío! - le respondió desde la ventana
aquel animal tan tranquilo y flemático-
yo soy un caracol, y los caracoles no tenemos nunca prisa.
.
.
-Dime, ¿Quieres venirte a este afortunado país?
-¡Ya lo creo que quiero ir!
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario